Abogada y
Directora Ejecutiva de Proyecto Matria
El aborto es legal en
Puerto Rico. Sin embargo, esa
legalidad no puede cegarnos a la hora de mirar el estado de los derechos
sexuales y reproductivos de las mujeres en nuestra Isla.
"Educación sexual para decidir.
Anticonceptivos para no abortar. Aborto legal para no morir". (Campaña 28 de septiembre por la Despenalización del
Aborto en América Latina y el Caribe). El
lema de esta campaña internacional reclama, más que nada, el derecho de las
mujeres a vivir una vida plena y libre del yugo de la intromisión en sus
cuerpos de grupos religiosos que cada vez con más insistencia desean imponer a
las naciones sus creencias particulares.
Está comprobado que
la educación sexual es un pilar importante de cualquier política pública sobre
prevención de embarazos. Aún así,
en nuestra Isla una carta de un obispo católico fue suficiente para anular la
iniciativa del Departamento de Educación para establecer un programa de
educación sexual efectivo en las escuelas públicas. Como si, además, se hubiera querido consolar al obispo y a otros
grupos religiosos que viven aterrorizados del cuerpo y la sexualidad humana, el
Departamento de la Familia decidió iniciar una campaña de anti-educación sexual
llamada “El verdadero amor espera” y utilizó como carta de presentación un
vídeo plagado de estereotipos de género y clase social llamado “El laberinto de Yoli”. Presentar la abstinencia como único
medio de prevención de embarazos y enfermedades de transmisión sexual NO es
educar. Es alimentar el prejuicio
y la ignorancia. Es otra manifestación
del estado teocrático en el cual nos hemos convertido en detrimento de los
derechos humanos de jóvenes de ambos sexos.
Si la política
pública es la de NO educar, imposible hablar del acceso a anticonceptivos. El tradicional discrimen entre anticonceptivos
y viagra no es algo nuevo y encarna perfectamente la idea de que la sexualidad
es derecho de hombres y pecado de mujeres.
Si consideramos como
agravante el hecho de que enfrentamos una crisis de salud pública en la cual se
opta por recortar los servicios ginecológicos y obstétricos, tenemos que
concluir que si no nos educamos, nos embarazamos. Y si nos embarazamos, nos quedamos
solas con la barriga y la pobreza a cuestas, hijas abandonadas de los dioses
que prefieren vernos morir.
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