Por: Eva Prados, Abogada
y Profesora Universitaria
El pasado 24 de agosto de
2012 fue publicado un reportaje titulado “SomosMenos” discutiendo las tendencias poblacionales observadas en la isla.
Entre los temas discutidos, sobre los cambios en los niveles poblacionales, el economista Deepak Lamba
Nieves afirmó que no solo se debía ver el aumento en el total de
puertorriqueños que decide mudarse de la isla sino también la “caída” en la
tasa de fecundidad que era de 6.4 en 1932 y ha bajado a 1.7. Según el investigador del Centro para
la Nueva Economía, se “necesitaba una tasa de 2.1 para sustituir la población
uno por uno”.
La tasa general de
fecundidad, según lo define el Departamento de Demografía de la Universidad de
Puerto Rico, es el
número de nacidos vivos por 1,000 mujeres comprendidas entre los 15 y 49 años
para un determinado año. En otras palabras, el promedio de hijos e hijas
que nacería de cada mujer en etapa reproductiva durante determinado periodo de
tiempo. La misma fuente también describe que la
tasa general de fecundidad es mucho más indicativa de los cambios en la fecundidad
efectiva que la tasa total de natalidad.
Pero dichas tendencias
demográficas, de ser ciertas, deben analizarse con cuidado, tomándose en
consideración los factores sociales que las provocan, ya que serán estos datos
los que fundamenten políticas públicas posteriores. En particular, porque, a
diferencia de lo que parecería decir nuestro economista y político, la caída en
las tasas de fecundidad no es un indicador negativo sino todo lo contrario.
En primer lugar, se ha observado en
países donde el nivel de alfabetismo de la mujer es mayor, la tasa de
fecundidad baja considerablemente. Esto ha favorecido la difusión de un modelo
de familia balanceado, controlando el crecimiento poblacional, lo que su vez ha
afectado directamente el nivel de aprovechamiento de los recursos naturales y
económicos, el impacto ambiental y los modelos de planificación urbana y rural.
El Departamento
de Salud ha expresado que la baja en el nivel de nacimiento se puede deber a
que las parejas están evaluando el costo que tiene un niño al nacer, así como
la posposición del matrimonio para una edad más tardía, retrazando y
disminuyendo la reproducción de las parejas y el número de nacidos en el país.
A nivel mundial, altas tasas
de fecundidad son consideradas como un indicador de subdesarrollo económico, sobrepoblación
y altos niveles de pobreza. Solo es necesario revisar las tasas de fecundidad
en países africanos y asiáticos con altos niveles de pobreza donde el promedio
de tasa de fecundidad esta entre los 3 a 5 hijos por mujer mientras que países
con economías más estables en Europa la tasa promedio está entre 1.5 a 2.1,
predominando las tasa de menos de 2 hijos por mujer. En nuestra región, los
países con mayores niveles de pobreza también presentan altas tasas de
fecundidad como Haití con 3.55 y República Dominicana con 2.67, según la data
más reciente de las Naciones Unidas.
De igual manera, cambios
en el comportamiento reproductivo han sido utilizados para crear falsas alarmas
poblacionales que han redundado en políticas estatales con impacto negativo al
derecho individual a decidir de cada mujer y hombre sobre cuándo y cuántos
hijos e hijas tienen. Recientemente, una alegada disminución en las tasas de
nacimientos sirvió de fundamento para grupos en contra de que el Sistema de
Salud en Estados Unidos cubriera servicios de planificación familiar.
Finalmente, no podemos
hablar de aumentar tasas de fecundidad sin mirar la realidad económica y social
de nuestra isla. Por ejemplo, hablar de aumento en los nacimientos parece
olvidar que ya nuestros jóvenes no encuentran insertarse en el mercado laboral
de nuestra isla siendo, junto a las mujeres, los principales grupo bajo niveles
de pobreza y desempleo.