23 de septiembre de 2012

Sobre las bajas tasas de fecundidad y otros demonios


Por: Eva Prados, Abogada y Profesora Universitaria

El pasado 24 de agosto de 2012 fue publicado un reportaje titulado “SomosMenos” discutiendo las tendencias poblacionales observadas en la isla.

Entre los temas discutidos, sobre los cambios en los niveles poblacionales, el economista Deepak Lamba Nieves afirmó que no solo se debía ver el aumento en el total de puertorriqueños que decide mudarse de la isla sino también la “caída” en la tasa de fecundidad que era de 6.4 en 1932 y ha bajado a 1.7.  Según el investigador del Centro para la Nueva Economía, se “necesitaba una tasa de 2.1 para sustituir la población uno por uno”.


La tasa general de fecundidad, según lo define el Departamento de Demografía de la Universidad de Puerto Rico, es el número de nacidos vivos por 1,000 mujeres comprendidas entre los 15 y 49 años para un determinado año. En otras palabras, el promedio de hijos e hijas que nacería de cada mujer en etapa reproductiva durante determinado periodo de tiempo. La misma fuente también describe que la tasa general de fecundidad es mucho más indicativa de los cambios en la fecundidad efectiva que la tasa total de natalidad.

Pero dichas tendencias demográficas, de ser ciertas, deben analizarse con cuidado, tomándose en consideración los factores sociales que las provocan, ya que serán estos datos los que fundamenten políticas públicas posteriores. En particular, porque, a diferencia de lo que parecería decir nuestro economista y político, la caída en las tasas de fecundidad no es un indicador negativo sino todo lo contrario.

En primer lugar, se ha observado en países donde el nivel de alfabetismo de la mujer es mayor, la tasa de fecundidad baja considerablemente. Esto ha favorecido la difusión de un modelo de familia balanceado, controlando el crecimiento poblacional, lo que su vez ha afectado directamente el nivel de aprovechamiento de los recursos naturales y económicos, el impacto ambiental y los modelos de planificación urbana y rural.


El Departamento de Salud ha expresado que la baja en el nivel de nacimiento se puede deber a que las parejas están evaluando el costo que tiene un niño al nacer, así como la posposición del matrimonio para una edad más tardía, retrazando y disminuyendo la reproducción de las parejas y el número de nacidos en el país.

A nivel mundial, altas tasas de fecundidad son consideradas como un indicador de subdesarrollo económico, sobrepoblación y altos niveles de pobreza. Solo es necesario revisar las tasas de fecundidad en países africanos y asiáticos con altos niveles de pobreza donde el promedio de tasa de fecundidad esta entre los 3 a 5 hijos por mujer mientras que países con economías más estables en Europa la tasa promedio está entre 1.5 a 2.1, predominando las tasa de menos de 2 hijos por mujer. En nuestra región, los países con mayores niveles de pobreza también presentan altas tasas de fecundidad como Haití con 3.55 y República Dominicana con 2.67, según la data más reciente de las Naciones Unidas.

De igual manera, cambios en el comportamiento reproductivo han sido utilizados para crear falsas alarmas poblacionales que han redundado en políticas estatales con impacto negativo al derecho individual a decidir de cada mujer y hombre sobre cuándo y cuántos hijos e hijas tienen. Recientemente, una alegada disminución en las tasas de nacimientos sirvió de fundamento para grupos en contra de que el Sistema de Salud en Estados Unidos cubriera servicios de planificación familiar. 

Finalmente, no podemos hablar de aumentar tasas de fecundidad sin mirar la realidad económica y social de nuestra isla. Por ejemplo, hablar de aumento en los nacimientos parece olvidar que ya nuestros jóvenes no encuentran insertarse en el mercado laboral de nuestra isla siendo, junto a las mujeres, los principales grupo bajo niveles de pobreza y desempleo.    







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